La llegada de la primavera trae consigo no solo un cambio en el clima, sino también una mayor presencia de desencadenantes de alergias, que afectan a un número creciente de personas. El polen, proveniente de diversas fuentes vegetales como gramíneas, árboles como olivos y plataneros, así como de maleza, se convierte en el protagonista principal de esta temporada. Además, los ácaros, omnipresentes a lo largo del año, encuentran condiciones óptimas para proliferar durante esta época, gracias a un clima cálido y húmedo.
La alergia, lejos de ser una molestia estacional, se ha transformado en una compañera persistente a lo largo del año, en gran medida debido a los cambios climáticos que estamos experimentando. Las temperaturas más elevadas provocan una floración más temprana de las plantas, lo que significa una mayor liberación de polen, mientras que la contaminación crea un microclima propicio para la exacerbación de estas alergias.
¿Qué síntomas produce?
Los síntomas de estas reacciones alérgicas pueden manifestarse de diversas formas, desde estornudos y congestión nasal hasta picor en la garganta y los oídos, acompañados de fatiga, dolor de cabeza e incluso dificultades respiratorias como la crisis asmática.
¿Cómo se puede diagnosticar?
El diagnóstico, en manos del alergólogo, se basa principalmente en la evaluación clínica, aunque pueden realizarse pruebas adicionales como análisis de sangre con marcadores específicos o pruebas cutáneas. En ocasiones, se lleva a cabo una prueba de provocación con el alérgeno sospechoso.
¿Cómo podemos aliviar estos síntomas?
Para aliviar los síntomas, existen diversas opciones, que van desde antihistamínicos orales y gotas oculares hasta corticoides nasales y broncodilatadores, según la gravedad de los síntomas. La inmunoterapia también puede ser una opción a largo plazo para reducir la sensibilidad alérgica.
¿Qué podemos hacer para prevenir los síntomas?
Además del tratamiento, la prevención juega un papel crucial en el manejo de las alergias. Cerrar ventanas, evitar actividades al aire libre durante las horas de mayor concentración de polen y usar filtros en los aires acondicionados son medidas prácticas para minimizar la exposición. Asimismo, mantener limpias las superficies, lavar frutas y verduras antes de consumirlas y evitar el uso excesivo de alfombras y cortinas pueden ayudar a reducir la carga alergénica en el hogar.
Es esencial comprender que la alergia primaveral no es simplemente un trastorno estacional, sino un problema de salud pública que requiere atención y medidas preventivas durante todo el año.
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